Sus ojos se nublaron,
perdidos,
Volteados,
sin ser sellados,
todo por sus anhelos,
no querer ver más al mundo,
sosteniendo el objeto brillante,
aquel que acalló sus penas
en el otro el opaco,
donde contuvo el elixir ensoñador,
valedero,
que le daba fuerzas,
desgarrando así las líneas que unen la vida,
poco a poco se apagó,
el vapor de agua se teñía ,
dejando la huella de la furiosa huida,
en un rojo rabioso,
en un escarlata sucio de muerte,
si la vieran ahora,
recostada en sueños,
con los ojos cristalinos,
impíos de tristeza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario