Miró sobre el monte la luna roja
y al cielo llenarse de fuego,
las cenizas parecían rosas,
engalanando de noche el infierno,
se quedó ella detenida entre rocas,
que caían a su lado ardiendo
ni siquiera su cuerpo ellas tocan,
suspendida, elevada por vientos.
Pareció nada salir de su boca,
pareció nada demostrar su cuerpo,
ni siquiera los gritos del gigante evocan,
a ella mirar los antiguos momentos;
momentos de los que se aman,
en donde no importan los tiempos
cuando solo sus ojos ella buscaba,
cuando solos en su amor eran inmensos.
Trató entonces El Gigante, con sus manos tomarla,
pero el fuego caído, en brasas era intenso,
Contra las piedras incandescentes luchaba,
entre humos tóxicos se encontró inmerso,
y no aguantó mas luchar por su amada,
cayendo derrotado sobre los montes muerto,
mientras un gran estruendo en la tierra se escuchaba,
porque el rey sol ascendía a los cielos.
Y destruyó el Rey finalmente a la luna roja,
despertó a la bella del trance de sueño,
busco ella entonces los ojos de su amante ansiosa,
pero no vio mas vida, su cuerpo yace en el suelo,
entonces lloró el mar La Hechicera hermosa,
por la muerte de su amado en desconsuelo,
ya nada mas en el mundo le importa,
solo de recuerdos vive por aquel amor eterno.
Juan Pablo
Paralelo 53° Sur, Enero 24 de 2006.
2 comentarios:
milezz
La disculpo, usted es libre de ponerse del color que quiera.
Siempre la obsesión de volver a los pocos momentos de felicidad que hemos vivido. Cuando nos sentíamos gigantes. Un saludo, Juan Pablo.
Publicar un comentario